Gracias al constante compromiso y crecimiento a lo largo de nuestros 57 años de existencia, nos hemos convertido en una de las principales empresas de lubricantes en el país. Por la alta calidad de nuestros productos, competimos con marcas internacionales, logrando posicionarnos como una de las cuatro marcas Premium más importantes del país.

Nuestra visión está centrada en el consumidor, por lo que invertimos e investigamos permanentemente para conocer mejor lo que el mercado necesita y ofrecer soluciones en lubricación que satisfacen plenamente los exigentes requerimientos de los consumidores en el país.

Actualmente nuestro prestigio nos permite incursionar en otros mercados, siendo Centro y  Sudamérica las regiones donde exportamos nuestros productos que se distribuyen a través de socios comerciales que nos  representan. Su labor es clara: introducir y posicionar nuestras marcas Roshfrans y Batrak en el segmento de calidad compitiendo de frente con otras marcas Premium internacionales.

Para nosotros, el concepto “Tecnología Amigable” es el eje rector de nuestros desarrollos de producto y el compromiso  establecido en nuestra Política Ambiental; para lo cual utilizamos la mejor tecnología disponible en beneficio del medio ambiente. La calidad y la mejora continua son nuestras herramientas para crear los mejores lubricantes en el país.

       Por ello no sólo nos conformamos con certificar todas nuestras instalaciones y lograr la Certificación Total en ISO 9001:2008; obtuvimos la Certificación ISO 14001:2004  en Sistemas de Gestión Ambiental, refrendando y fortaleciendo nuestro compromiso con el medio ambiente.







 

     Nicolas Platonoff Batrak nació el 2 de octubre de 1904 en Poltava, Ucrania, en el seno de una familia campesina, donde vivió una infancia feliz que dejó en él una profunda huella de valores y virtudes que repercutieron a lo largo de toda su vida.

     A la edad de 20 años, al iniciarse el proceso de cambio en su tierra, decidió emigrar a China, en donde pasó por diversas situaciones que superó, viéndolas como una clara manifestación del Señor. Tiempo después viajó a América, tomando un barco que, después de una larga travesía de 40 días, llegó al puerto de Manzanillo, Colima. Desembarcó sin hablar español, con un gran baúl de ropa y unas cuantas monedas en la bolsa, pero con todo el coraje del mundo para iniciar una nueva vida, encontrándose en su camino con gente buena que le brindó su ayuda desinteresada, y sintiendo que Dios estaba siempre con él. Más tarde, llegó a la Ciudad de México, en donde se estableció iniciándose en la construcción, siendo el lema de su negocio: “Constructora de Casas BBB”, que significaba: Buenas, Bonitas y Baratas. Al cumplir 10 años de estancia en la Ciudad de México, se casó con Doña Luz Manzanares Cárdenas, quien fue su compañera inseparable e incondicional durante toda su vida y, en unión con ella, llevó una vida de trabajo, lucha, generosidad, realización y altibajos que fue superando gracias a su profundo amor, cariño y gran fe en Dios.

Sus tres hijos siempre ocuparon el primer lugar en su corazón, dándoles siempre lo que más convenía para su vida como miembros de una sociedad y como hijos de Dios.

Hombre de trabajo intenso, siempre hombro con hombro con la gente, le gustaba que todo estuviera bien hecho; siempre exigió en todo trabajo un buen acabado hasta el último detalle.